El refuerzo positivo siempre funciona, es cuestión de paciencia
La naturaleza humana nos hace que desde que nacemos seamos unos imitadores de conductas, tanto en lo positivo como en lo menos bueno, no existen distinciones. Lo que vemos y escuchamos inconscientemente lo repetimos sin que nos demos cuenta, a vez incluso, sin filtros.
Esta capacidad de imitación es perfectamente detectada y percibida en los niños. Cuando somos adultos pensamos que eso no nos sucede, que no somos influenciables y ¡¡ ay amig@s mí@s, que equivocad@s estamos!!!
La capacidad de imitación tiene un gran potencial, lo malo es cuando nos rodeamos de personas toxicas, que hacen mella en uno mismo, incluso cambiado nuestra forma de ser al imitar su comportamiento inconscientemente. Pronto me di cuenta que tenemos que estar tranquilos con nosotros mismos.
Hace ya unos años me incorpore a una organización en la cual el mal ambiente era palpable por todos los costados. Había una compañera con la que cruzaba todos los días al iniciar mi jornada laboral, todas las mañanas le saludaba pero no recibía respuesta. Mi comportamiento inicial fue saludarla, pero al comprobar en repetidas ocasiones que ni siquiera levantaba la cabeza cambie mi conducta y mi forma de ser y decidí ignorarla. En ningún caso me tomé el tema como algo personal, pero lo que está claro es que mi reacción fue negativa, sin tener en consideración si tenía alguna “mochila” que le hiciera reaccionar de esa manera.
Pasaron un par de meses y un buen día, cansada de esa situación tan incómoda para mí decidí volver a dar los “buenos días” de forma afable sin pensar en el pasado, empecé desde el principio y resetee mi relación con la situación. En ese momento se convirtió en un reto para mí, quería despertar en esa compañera una reacción positiva. Día tras día saludaba con una sonrisa y le preguntaba cómo estaba esa mañana. Por supuesto, recibida la nada como respuesta durante un tiempo, hasta que un día un tímido saludo salido de sus labios y pensé ¡¡esto va por buen camino!!. Poco a poco su timidez o rechazo al saludar se convirtió en un “Buenos días” alto y claro.
Más tarde entendí la mochila que tenía en sus espaldas y me alegré de no dejarme condicionar por una situación existente.
Este es un ejemplo de como una actitud positiva puede hacer cambiar los comportamientos de otras personas. Siendo lo más fácil imitar el comportamiento “negativo” de la otra persona, sin tener en consideración que, tal vez, solo necesitará un empujón y confianza.
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